Ese día llegué tarde a su casa y cuando nos sentamos a conversar sobre plantas medicinales, me lleva al jardín a ver su plantita que se la habían traído del
sur, la plantita que crece en el aire. Pero algo me llamó más la
atención que la singular matita, había una muñeca sentada, mirando hacia la
nada, sólo sentada, con las manos hacia abajo, con el pelo de lana que le
tapaba los ojos, la cabeza un poco cabizbaja, ojos negros que me perturbaba
mirar y con ese foco de luz alumbrándole tenuemente el cuerpo. Esos focos tenues que tienen los pasajes
de la pobla, esa luz anaranjada que nada ilumina, esa luz que sólo deja más lúgubre los
pasadizos y callejones de las calles periféricas. En fin, creo que lo que me
tenía con mayor intriga era la muñeca. Mire a mi amiga, la Lis, la mire con tal vez
una de esas muecas picaronas que pongo sin ningún disimulo, y me dice:- ¿La viste?, es horrible, no la toques, ni se te
ocurra tocarla hueona, te conozco como erí, no la saquí de ahí, no quiero más ese sueño culiao, ese sueño que me persigue desde la infancia- Claramente, al producir toda esa
advertencia la excitación y expectación fueron creciendo más y más. Y puta, no quise decirle nada mejor, de todas maneras yo nunca
hago esto, siempre las cosas de esta índole me dan risa y no me importan mucho,
pero ésta vez la espontanea calma mezclada con el misterio, recorría mi mente impetuosa, sin
dejar rincones vacíos. Entonces me puse bipolar y me quedé pensativa mirando desde la puerta de la casa a la muñeca que yacía en el rincón del patio. La Lis, mientras tanto, muy nerviosa
comenzó a recolectar limones del frondoso limonero, los que usaríamos para tomarnos unas micheladas al pasar la noche. Para amenizar la fúnebre conversación, comenzamos a hablar de los
árboles que en la cuidad se pudren por dentro, esos que no crecen más ya, árboles viejos, de antaño, que nadie sabe a dónde pararan sus inmensas raíces y que por desgracia, mueren por
las miserables condiciones ambientales de la metrópolis. Luego, nuestra conversación se desvió,
pues empezó a contarme que cuando niña con su hermano para la noche de san juan le daban golpecitos al árbol de la higuera, que también tenía en su patio, para que así creciera, como dicen las supersticiones, y así mágicamente comenzó a ponerse bello como lo era ahora con la ayuda de satan y su música de san juan jajaja. Y bueno, al pasar a ese tema de la mítica noche
de san juan, le dije: -Ya po Lis cuéntame tu sueño- Se puso pálida y me respondió: -No, no, está ahí esa muñeca, me da miedo hablar de la huea- Pero como suelo
ser insistente, la catetie tanto, que ya, me contó, no le quedó otra. La historia era: desde que le
regalaron la muñeca jamás le gustó, que para más remate era la primera muñeca de su vida
infantil y que en ese entonces la muñeca era más alta que mi amiga Lis, pues
era una muñeca de esas articuladas, parecidas a las Rosalbas, fabricadas grandes para que sean tus
compañeritas de juego, no la típica muñeca bebe. Bueno, ésta tenía esa especie de
característica humana, como fingiendo ser realmente una niña. Imagínenla, era espeluznante la muñeca de mierda. Y claro, cuando la obtuvo
horribles pesadillas empezaron a perturbar a la pobre Lis, donde la muñeca viva la perseguía para hacerle
cosquillas, al atraparla no
paraba de acosarle, se ponía a gritar la puta muñeca, gritar con un grito tan profundo y ensordecedor que la hacía sudar en la noche. Al decirme eso, le respondí: -Ah culia erí terrible
alharaca, son sólo sueños de pendeja- y ahí, me contradijo:-No hueón, es que la historia no termina nah ahí,,,Muchas veces la conchetumare aparecía de
la nada sentada en el sillón del living, y como era casi de mi tamaño, la confundían
conmigo po hueón, pero al acercarse despejaban sus dudas. Esto, hacia retorcerse de los escalofríos a mi hermano y muchas veces a mis mis mismísimos papás- ¿Yaaaaa?, ahí si me quede
anonadada mirando fijamente a la muñeca y entonces recordé que también tuve esa sugestión
de la muñeca diabólica cuando niña, y comprendí su miedo y todo lo que conlleva a la historia del chuky, etc. Llegaron recuerdos a
mi mente, donde estaba en la cama de mi pieza, con los ojos entre cerrados, esperando a que los juguetes desordenados del piso originen juegos o ritos
extraños, pero nunca paso nada, nada más allá de mi propia imaginación y disney con toystory. De todas maneras mirar a la muñeca de esta hueona me tenía cagá miedo, no
me atreví a tocarla después de lo que me contó la culia, la dura que no, sólo la miré, cómo estaba sola en el rincón, mirando hacia la
pared, la luz del foco le iluminaba tenuemente el rostro, más ella sólo estaba
ahí recóndita, recóndita de terrorífica inercia.
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