jueves, 19 de noviembre de 2015

A Láquesis felina que me dejó viuda

Apoderate de mi personalidad y plasmala en tu ser libre de felina. En los tejados deja los rastros, huellas, maullidos y brincos de veloz gata negra. Y por favor vuelve, al menos, cuando haya luna llena, a menear tu cola entre mis piernas, luego narices para que al estornudar con aquel polvo estelar, nos podamos camuflar en la oscuridad y acariciarnos entre los brillos de los pedacitos del cosmos y tus ojitos redondos que resplandecen entre el manto negro de la habitación. De pronto tus ronroneos abren un abismo en mi estomago, es como un dejavu de alguna vida vieja que baja quemándose a la velocidad de la luz. Estamos en el mismo espacio y tiempo, pero somos seres que no se conocen internamente, el espíritu, el tejido pasado, ( E. Poe dice que las brujas son gatas negras encarnadas), a pesar de que puedo contarte mis historias, tu rasgar mis ventanas, maullar en tono brutal, correr detrás de mi aroma, subirte a mi pecho, a mi espalda, lamer mi rostro, mirarme mientras duermo, despertar alarmada por mis pasos en la mañana, no sabes quien en verdad soy. Pero no importa, intentaré ser tu madre, amiga, intentaré no perderme en la incertidumbre cuando desaparezcas por días, intentaré dejarte ser, sin saber quien eres, quienes somos, lo intento, porque hermosamente, otra vez tu vuelves, y me llenas de tus pelos negros por toda la atmósfera hogareña 

No hay comentarios:

Publicar un comentario